Mientras el sol deshace el manto oscuro que tejió la noche, la vida comienza su despertar lento, pausado, armonioso.

Un trino choca en mi cerebro con las neuronas más audaces del deseo.

Un nuevo día comienza, y no es más que un regalo que se nos ofrece para seguir vivos.

Es el tiempo de la abundancia, del exceso, porque en el fondo todos rebosamos vida. 

Depende de nosotros dosificarla o abrir el grifo y que fluya por las venas y el espíritu. 

Descalza tu alma, relájate y vive cada minuto como si fuera el último, porque lo que hoy te ocurra no vuelve mañana.

Anto.